20 estrategias para motivar a tus alumnos y fomentar su participación en clase

La mayoría de los estudiantes responden de manera positiva a una asignatura bien organizada, enseñada por un profesor entusiasta que se interesa por su aprendizaje.

El aprendizaje real en la clase depende de la habilidad del profesor para mantener y mejorar la motivación que traían los estudiantes al comienzo del curso (Ericksen, 1978). Sea cual sea el nivel de motivación que traen los estudiantes, será cambiado, a mejor o a peor, por lo que ocurra en el aula.

Estudios con universitarios han mostrado algunos de los factores que más motivan a los estudiantes, como el entusiasmo del profesor, el material de trabajo y su nivel apropiado de dificultad, la organización de la asignatura, la participación activa de los alumnos, la variedad en el uso de tecnologías docentes, y la conexión entre el profesor y los estudiantes.

A continuación presentamos algunas técnicas para motivar la participación de los alumnos en el aula.

  1. Empieza por conocer a los estudiantes. La presentación inicial de todos los miembros del grupo no solo es necesaria para conectar con los alumnos, sino también para conocer sus fortalezas y debilidades.
  1. Deben conocer los objetivos y criterios de evaluación, de esta manera ellos tienen la responsabilidad de sus acciones.
  1. Demuestra entusiasmo. Si estás apático o aburrido, los estudiantes también lo estarán. El entusiasmo viene muchas veces del gusto por la materia o por el genuino placer de enseñar.
  2. Dedica tiempo a cada alumno. Cada alumno tiene necesidades y competencias distintas. Intenta individualizar la enseñanza: reconoce a cada estudiante, checa su trabajo regularmente, apoya su aprendizaje e infórmale de manera individual sobre su proceso.
  3. Fomenta el trabajo colaborativo. Aunque pudiera parecer que el trabajo en equipo ocasiona distracción en el salón de clase, en realidad fomenta la participación y desenvolvimiento social de los alumnos.
  1. Limita el tiempo que vas a dedicar a cada actividad. No te desvíes del tema central, provoca que los estudiantes se distraigan y olviden los objetivos educativos.
  2. Ejemplifica y demuestra. Si quieres que tus alumnos retengan y comprendan con mayor facilidad algún tema, la mejor manera es haciéndoles ver la necesidad o utilidad de aprenderlo.
  3. Plantea problemas a resolver. De preferencia problemas relacionados con lo cotidiano.
  1. Mantén altas expectativas. Es deseable mostrar confianza en los estudiantes con frases de motivación (¡puedes hacerlo!) y consejos prácticos (tiempo de estudio, realización de problemas). Anímalos no solo a aprobar, sino a aprender.
  2. Señala la importancia de la asignatura. Explica por qué la materia es importante y cómo puede ser de utilidad en su vida profesional.
  3. Varía los métodos de enseñanza. Por todos los medios hay que evitar el aburrimiento y la rutina: intenta que cada clase sea una aventura nueva. Escuchar es importante, pero recuerda que el alumno aprende más haciendo, construyendo, diseñando, creando y resolviendo. Entre las herramientas que se pueden utilizar están la clase magistral con discusión, la lluvia de ideas, el panel de expertos, los videos, la discusión en pequeños grupos, el análisis de casos o prácticas de laboratorio.
  4. Fomenta la participación de los estudiantes con preguntas. Realiza preguntas relacionadas con los conocimientos, pero también de comprensión (interpretar, describir con sus palabras), de aplicación (resolución de problemas, poner ejemplos), de análisis (identificar motivos, separar el todo en sus partes) y de evaluación (dar opiniones, juicios de valor).
  1. Dales medios para expresar sus ideas y participar. No solo se trata de hacer participar al alumno, sino que su participación sea de calidad.
  2. Utiliza recursos y materiales que ya forman parte de su vida. Mientras más familiarizados estén con los recursos utilizados en clase, verás la diferencia en su atención.
  3. El juego en la educación aumenta la participación, motivación y aprendizaje de los estudiantes.
  1. Recurre al humor. Interrumpe las clases con anécdotas o haz chistes relacionados con el tema, crea una atmósfera más relajada que favorezca el aprendizaje de los alumnos.
  2. Organiza el material de estudio. Un material claro, legible y atractivo motiva el aprendizaje. Unos apuntes desfasados, no actualizados, señalan poca preocupación del profesor.
  3. Cuenta historias redondas.  Que cada clase tenga un comienzo, un desarrollo y un final. Es frustrante para los alumnos dejar las cosas a medias. Dedica siempre un tiempo al final para hacer un resumen de todo lo visto.
  1. Da (cierto) margen. Los estudiantes deben poder hacer las cosas a su manera o usar sus propios materiales. Dales flexibilidad en su propio proceso de aprendizaje.
  2. Realiza evaluaciones diagnósticas. Antes de iniciar un tema, pregúntales sus conocimientos previos y cuáles son sus preferencias. De esta manera podrás preparar tu clase con base en el nivel y los gustos de tu clase.
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