Uno de cuatro alumnos de 15 años, en 64 países, se ubica en la categoría de estudiantes de bajo rendimiento, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). Con la motivación de analizar y poner fin a este problema, el organismo creó el informe Estudiantes de bajo rendimiento: por qué se atrasan y cómo ayudarlos a tener éxito.
Algunas de estas acciones son responsabilidad de los gobiernos, encargados de la creación e implementación de las políticas públicas educativas. Pero otras están directamente relacionadas con el trabajo del profesor. A continuación te presentamos cuatro de estas propuestas concretas que pueden aplicarse en el aula.
-Interesarse por todos los alumnos y transmitir entusiasmo. Los estudiantes rezagados se benefician de profesores que se interesan por el aprendizaje de cada alumno; que trabajan con estos alumnos hasta que comprenden los contenidos. Los profesores que trabajan con entusiasmo, se enorgullecen de su escuela y valoran los logros académicos tienen más probabilidades de hacer actividades y tareas más estimulantes para los alumnos, señala el informe.
-Ofrecer apoyo suplementario lo antes posible. Se recomienda hacer evaluaciones diagnósticas a principios del año escolar para identificar de forma temprana a los alumnos con riesgo de fracasar. La evaluación pretende conocer, además, el origen de las dificultades de aprendizaje, con el objetivo de planear una pronta intervención de apoyo suplementario.
-Invitar a los padres a involucrarse. Según la OCDE, hay menos estudiantes con bajo rendimiento en las escuelas donde los padres ejercen presión para mantener altos estándares académicos. Los profesores deben animar a los padres a participar en la gestión del centro escolar y ofrecer unas directrices claras de cómo ayudar a sus hijos.
-Alentar a los alumnos a aprovechar las oportunidades educativas. No está en las manos del maestro cambiar las condiciones socio-económicas de los chicos desfavorecidos, que tienen más probabilidades de tener un rendimiento bajo. Pero sí puede motivarlos a tener una mejor disposición hacia el aprendizaje y aprovechar las oportunidades que brinda la escuela. Se recomienda desarrollar una mentalidad de crecimiento, que asume que la inteligencia, el carácter y la creatividad no son rasgos predeterminados, sino cualidades que se pueden aprender y practicar