¿Cómo cambiar el modelo educativo?

Al ritmo que vamos nos tomará 50 años alcanzar los niveles de educación que tiene hoy Finlandia… ¿Qué hacer? Existen 5 cinco paradigmas que hay que romper para crear un modelo educativo propio que nos permita ponernos a la vanguardia.

Se habla mucho de educación en México y de la necesidad de ir a otro nivel en la materia. Existe un acuerdo generalizado de la importancia de la educación y de los beneficios de tener una de excelencia. Sin embargo, cuando vemos los esfuerzos concretos que hacemos como país, pareciera que aunque quizá sí quisiéramos ir a otro nivel, nuestras acciones no están orientadas a esto.

Me explico: de acuerdo con los resultados de las pruebas PISA, al ritmo que vamos –y a pesar de incrementos en el gasto en educación y los esfuerzos como el de la reforma educativa y la evaluación de los maestros– nos tomará algo así como 50 años alcanzar los niveles de educación que tiene hoy Finlandia… siempre y cuando Finlandia no mejore los suyos durante esos 50 años. Estamos prácticamente atrapados en una dinámica que se parece a la del ratón que da vueltas sobre una banda tratando de ir más rápido cuando todos se están moviendo. Pareciera que entre más nos movemos, más nos seguimos quedando atrás.

Esta visión incrementalista de que poco a poco iremos convergiendo con los niveles de educación de otros países es claramente una sentencia para que, en el mejor de los casos, justamente obtengamos eso: generar resultados incrementales en un entorno global dinámico.

En los años recientes ha habido esfuerzos muy importantes como los encabezados por Mexicanos Primero y muchas otras organizaciones, así como por el gobierno federal, para impulsar la educación. No obstante, estos esfuerzos, si bien son un paso adelante y un paso fundamental en cualquier modelo educativo que escojamos, no dejan de ser incrementalistas. La pregunta de preguntas es entonces muy sencilla: ¿queremos tener una educación de excelencia en México que nos mueva hasta el primer nivel o queremos gradualmente avanzar y buscar una convergencia no garantizada en un horizonte infinito en el tiempo? Dependiendo de la respuesta es el camino a seguir.

Estoy convencido de que hoy en el mundo hay una gran cantidad de oportunidades a la mano para darle una vuelta al tema educativo y dejar de seguir en el camino incrementalista. Si bien no hay atajos en la educación, sí hay formas más efectivas para avanzar con la irrupción de la tecnología y la economía del conocimiento. Los cambios que vivimos en el mundo actual justamente abren una venta de oportunidad para dejar el modelo incrementalista y dar un brinco, un salto cuántico para cerrar esa brecha con los países de avanzada. Más aún, existe la oportunidad rebasar a todos y ponernos a la vanguardia.

Existen cinco paradigmas que nos pueden ayudar a crear un modelo educativo propio que nos permita ponernos a la vanguardia. Lo que se requiere es la disposición y dejar las formas para enfocarnos en los resultados que queremos: ¿un modelo modificado o una educación de excelencia? Estos son los paradigmas a romper.

Papel de la sociedad civil en la educación: Le hemos dejado la educación al Estado, al menos para todos los demás. La sociedad en su conjunto nos hemos vuelto complacientes y hemos dejado que sea el Estado, con sus recursos, enfoque, método y estructura, el que se encargue de la educación. Lo que los modelos de negocio como Uber, Airbnb, el mismo bitcoin y otros están mostrando es que los monopolios estatales o creados por el Estado y un mandato se están derrumbado a pasos agigantados. Hoy es posible que la sociedad tome un papel mucho más activo en la educación del que ha tomado hasta la fecha. El Estado tiene un papel fundamental en proveer la educación, pero proveer la educación no quiere decir necesariamente que impartirla con sus propias escuelas sea su mandato. Y aun si su mandato fuese impartirla, así como se han roto mitos legales e ideológicos como fue reservar los hidrocarburos para la explotación exclusiva del Estado, es momento de romper con el mito de la impartición de la educación por parte del Estado. Es momento de hacer algo radical (todos) para llevar a un siguiente nivel la educación.

Uso de la tecnología: La tecnología está facilitando el acceso a la educación a todos niveles, tanto por lo que toca a educación a distancia como por la disponibilidad de contenidos gratuitos en internet. La educación en línea tiene muchos beneficios; entre éstos, la flexibilidad que ofrece. Ahora los estudiantes pueden estudiar a cualquier hora y repetir las clases o ciertas partes según lo requieran, incluso detenerlas para ir al baño y regresar. En cuanto a contenidos, ejemplos sobran, como los de la Khan Academy o la University of the People, cuyos esfuerzos para llevar contenidos a prácticamente costo cero en infinidad de años escolares y disciplinas es ya una realidad. Por su parte, llevar a un estudiante de kínder a universidad cuesta alrededor de 500,000 dólares por persona en EU, mientras que el costo por cinco años de una tablet con software y acceso al conocimiento casi universal, llega a algo así como 20 dólares al año o 240 dólares por 12 años de educación. Hoy en día, de acuerdo con un estudio reciente, los jóvenes leen al año 2,300 páginas de internet, 1,281 perfiles de Facebook y tan sólo ocho libros impresos. La era de la información.

Acceso universal al inglés: Hoy por hoy, el inglés es el idioma más hablado del mundo. La cantidad de información tanto técnica como cultural almacenada y disponible en inglés es impresionante y muy superior a cualquier otra lengua. La ventaja de contar con personas bilingües no se limita al uso del idioma, sino que supone una ventaja en acceso a información y conocimiento.

Nuevo papel del maestro: No se trata de desaparecer a los maestros, sino que ha surgido un nuevo papel igual de importante para ellos dentro del proceso educativo. Los maestros son ahora asesores o coaches de los alumnos que usan mejor su tiempo en cuestionar, aclarar y orientar a los alumnos, y menos en dictar cátedra o dar la clase de antes. En este sentido, hay toda una oportunidad de replantear su papel y usarlo para celebrar el proceso educativo y elevar su calidad formativa.

Educación integral y formativa: Justo es necesario replantear el modelo educativo en cuanto a que si bien los aspectos de conocimiento e información son importantes, lo que hace una diferencia es la capacidad de un sistema de proveer al alumno la formación en el sentido de competencias, conocimientos, inteligencia emocional y habilidades requeridas para hacer frente a un entorno que cada vez reclama mejores ciudadanos y profesionistas. Un modelo inclusivo que desarrolle al alumno, que lo forme y que detone su potencial. Jornadas completas e integrales en las que el alumno aprende conocimientos, desarrolla habilidades, fortalece sus competencias y desarrolla actividades deportivas y artísticas es lo que hace al hombre universal. El futuro no está ya exclusivamente en la adquisición de conocimientos. Si bien tienen un valor, se vuelven obsoletos en un mundo en el que los emprendedores son los que marcan la pauta y hacen una diferencia en la economía del conocimiento rompiendo paradigmas y retando ciertas formas de hacer las cosas. En el mundo de hoy, lo importante no es saber todo, sino saber cómo obtener la información. Como dicen los ingleses, lo importante no es saberse todas las palabras y su significado, sino saber usar el diccionario.

En conclusión, la única forma de dar ese salto cuántico –si es lo que queremos realmente hacer– es aprovechar el momento de cambio y usar los cambios a favor para crear un modelo educativo mexicano que sea disruptivo y use todas las herramientas para hacer una diferencia. Quizá sea ahora el momento de que Estado y organizaciones de la sociedad reeditemos nuestra misión y pasemos de querer que se ejecute el modelo actual a ser protagonistas del modelo disruptivo. Es necesario reinventarnos empezando por el papel del Estado y la sociedad, el uso de la tecnología, el papel del maestro y el acceso a contenido en línea para ir al lugar que queremos. Hacer otra cosa sería “arreglar el modelo actual”, y nos tomaría –siempre y cuando Finlandia no avance– 50 años en alcanzarlos.

 

 

 

Texto original: http://goo.gl/AFjLch
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