La llegada de la sociedad de la información y la producción colaborativa no ocurrió en forma sorpresiva ni sin aviso previo. En la década del 90, autores como Negroponte (Ser Digital), Tapscott (La Economía Digital) y Castells (La Sociedad en Red) ya argumentaron con solidez y evidencia suficiente a favor del tipo de sociedad hiperconectada y de libre flujo de la información en la que actualmente vivimos.
A pesar de las claras advertencias de esos autores y de otras evidencias respecto de la forma en la cual las TICs alterarían el flujo de información en el mundo, las instituciones educativas muestran hasta el momento alguna dificultad para contextualizar su accionar y trabajo, adaptándolo a los desafíos de las nuevas generaciones de aprendices. Una recorrida por las aulas e instituciones de la región solo permite verificar que la adopción de las nuevas herramientas y conductas que la cultura digital impone se va produciendo en forma lenta y sin mucha convicción. Como consecuencia, el sistema educativo no logra revertir los malos rendimientos mostrados en indicadores claves como la sobre edad y el abandono escolar, o la tasa de graduación universitaria, mostrándose impotente frente a los desafíos que la sociedad impone y recibiendo por ello múltiples reclamos. El último informe de las pruebas internacionales PISA, publicado meses atrás, solo permite verificar que los estudiantes de 15 años de los países latinoamericanos se ubican entre los de peor rendimiento en ciencias, matemáticas y lectocomprensión.
Uno de los reclamos más profundos y empíricamente argumentados es el realizado a favor de una educación para la comprensión, en oposición al abordaje de entrenar a los educandos en el aprendizaje memorístico con vistas a resolver exámenes estandarizados. En esta crítica, la voz de Howard Gardner sobresale. El psicólogo experto en neurociencia de la Universidad de Harvard lleva décadas no solo investigando el funcionamiento del cerebro humano y su reacción frente al aprendizaje (a él se debe la aclamada teoría de las inteligencias múltiples), sino alertando sobre la problemática que los alumnos muestran a la hora de asociar los tópicos cubiertos en el aula con problemas y situaciones equivalentes de la vida cotidiana. Para el investigador, la comprensión es sinónimo de interpretación, contextualización, asociación conceptual y síntesis, habilitando a quienes la dominan a moverse con comodidad entre disciplinas, culturas y problemáticas diversas.
Fruto de esa preocupación y de décadas de investigación, Gardner recientemente postuló la necesidad de preparar de una forma especial a los aprendices, de cara a los desafíos planteados al comienzo. En su trabajo Las Mentes del Futuro el autor propone el desarrollo de cinco tipos de mente o formas de pensamiento, que son la mente disciplinada o disciplinar, la mente sintética, la mente creativa, la mente responsable y la mente ética.
La primera, sostiene el autor, emplea las formas de pensar relacionadas con las principales disciplinas académicas (historia, matemáticas, arte, etc.) y las principales profesiones (derecho, medicina, dirección de empresas, etc.). Quien desarrolla y domina una forma de pensar disciplinar, es capaz de aplicarse con diligencia a una tarea compleja, de mejorar a un ritmo constante y de continuar su formación una vez finalizada la educación formal o de aula, resolviendo el problema de los lifelong learners.
La mente sintética, a su vez, es aquella que posee la capacidad de seleccionar información decisiva a partir de ingentes cantidades de información disponible, proveniente de diversas fuentes de calidad dispareja y en los variados formatos en los cuales se presenta la información hoy en día (texto, imágenes, videos, encuestas, gráficos, juegos, etc.). Esa capacidad permite exponer información y extraer conclusiones o asociaciones de modo que tenga sentido para uno mismo y para los demás.
La mente creativa, por su parte, va más allá del conocimiento y la síntesis de las anteriores, planteando nuevas preguntas, proponiendo nuevas soluciones y dando forma a obras, ideas, conceptos o abordajes, ya sea a partir de la ampliación de los géneros existentes, o bien a partir de la configuración de otros nuevos.
Por su parte, la mente respetuosa responde de manera sistemática, natural y constructiva a las diferencias entre individuos y entre grupos, esforzándose por entender, interactuar y, llegado el caso, trabajar colaborativamente con quienes son diferentes por razones de raza, religión, cultura, historia, formación, género o preferencias de cualquier tipo. Este tipo de mente es una capacidad superadora de la mera tolerancia y de lo políticamente correcto o aceptable.
Finalmente, la mente ética es la capacidad para distinguir los rasgos esenciales del rol que la persona cumple en el trabajo y de los que ejerce como ciudadano, logrando un proceder coherente y armonioso entre ambas actuaciones. El poseedor de una mente ética se esfuerza con esmero por realizar un buen trabajo, ético, estético, justo y beneficioso, y por ejercer una conducta ciudadana recta y responsable.
Al igual que con su teoría de las inteligencias múltiples, el autor sostiene que las cinco mentes propuestas deben operar en simultáneo y en armonía, permitiendo a las personas desplegar de una manera respetuosa y responsable todo el potencial creativo y productivo que poseen y que el entorno de información abundante facilita.
El audaz postulado de las mentes de Gardner obliga a repensar el espacio áulico, la arquitectura de cohortes y ordenamientos curriculares, y la tarea del docente. Las nuevas plataformas educativas, del tipo MindTap, del Cengage Learning, se constituyen en piezas centrales dentro del movimiento disruptivo a través de cual se va filtrando innovación educativa dentro del sistema. Estas plataformas y las que emerjan en el futuro, deberán capturar los conceptos de Gardner y de pensadores equivalentes, para presentarse como alternativas educativas reales, y no simplemente como tecnologías modernas y amigables.
La innovación en educación solo será posible si las nuevas plataformas se presentan embebidas de los principios más profundos de la pedagogía. Ello hará más fácil su adopción por parte del sistema educativo y más cercana la posibilidad de desarrollar las mentes del futuro.
Por Juan Maria Segura para Cengage Learning Latinoamérica