A medida que el aprendizaje se centra cada vez más en el estudiante, seguirán creciendo una serie de tendencias en la educación digital en 2015. A lo largo de las 9 tendencias que se señalan aquí, se podrán encontrar varios puntos en común.

El primero es un enfoque en el aprendiz, y eso es especialmente evidente en el aprendizaje personalizado y la tecnología adaptativa. El segundo es, a la vez, una señal de progreso y una pista de que todavía nos queda mucho camino por recorrer: los estudiantes tendrán acceso a más opciones de aprendizaje digital que las que tenían antes, pero sus opciones de educación todavía estarán determinadas, en gran medida, por el lugar donde vivan. “La última década ha traído un frenesí de la innovación digital para la educación en los niveles de enseñanza no universitaria, pero a medida que nos adentramos en 2015, creo que vamos a empezar a ver un cambio en el enfoque respecto a cómo las personas, y la mejor tecnología, pueden combinarse para impactar positivamente en los resultados del aprendizaje”, dijo Kristen DiCerbo.

Vamos con las algunas de las tendencias más utilizadas, algunas de las cuales coinciden con las predicciones para la educación en 2015 del Instituto Christensen.

1. Aprendizaje personalizado


Podemos crear entornos digitales de aprendizaje que se adapten a las necesidades individuales de los estudiantes, los niveles de capacidad e intereses, para que éstos tengan múltiples vías de aprendizaje.

Idea impulsora: los estudiantes necesitan ayuda uno a uno para aprender, y un ambiente de aprendizaje personalizado es una buena manera de darles esa oportunidad con la ayuda de la tecnología.

2. Educación basada en competencias


Esta tendencia pone a los estudiantes en el ‘asiento del conductor’, de manera que puedan crear contenido, analizar una situación dada y producir alguna evidencia de su aprendizaje. Los estudiantes avanzan por el currículo en la medida en que alcanzan el dominio del concepto o adquieren las destrezas en las que están trabajando.

Idea impulsora: la competencia global incrementa la presión sobre la necesidad de éxito de los estudiantes. Las escuelas necesitan identificar lo que sus alumnos necesitan ‘saber y saber hacer’ para tener éxito en un mercado laboral competitivo.

3. Aprendizaje digital o electrónico (e-learning)


Consiste en la educación y capacitación a través de Internet, este tipo de enseñanza en línea permite la interacción del estudiante con el material pedagógico mediante la utilización de diversas herramientas informáticas, abriendo la puerta a un aprendizaje individual y organizacional. Los beneficios del e-learning son: la reducción de costos (gastos de traslado, alojamiento, material didáctico, etc.), rapidez y agilidad, acceso directo (los estudiantes pueden acceder al contenido educativo desde cualquier lugar y cuando les surja la necesidad), y flexibilidad (no requiere que un grupo de personas coincidan en tiempo y espacio).

Idea impulsora: los educadores deberían adentrarse a esta metodología, tal vez como un elemento que sólo acompañe los procesos tradicionales de aprendizaje.

4. Adopción de modelos blended (b-learning) y de aprendizaje digital


Consiste en un proceso docente semipresencial, esto significa que un curso incluirá clases presenciales y actividades de e-learning. Los beneficios de este modelo reúnen las ventajas de la educación en línea (reducción de costos y la eliminación de barreras espaciales y flexibilidad temporal) y la educación presencial (interacción física, lo cual tiene una incidencia en la motivación de los participantes, y facilita el establecimiento de vínculos sociales).

Idea impulsora: el aprendizaje mixto ayuda a los profesores a personalizar el aprendizaje de un modo mucho más fácil y con un gran ahorro de tiempo. La competencia percibida de las escuelas en línea, y una mayor comprensión y aceptación del aprendizaje digital, significa que las escuelas están interesadas en ampliar sus opciones de aprendizaje.

5. Contenidos y recursos educativos abiertos


Los recursos educativos de libre acceso son materiales de enseñanza, aprendizaje o investigación que se encuentran en el dominio público o que han sido publicados con una licencia de propiedad intelectual que permite su utilización, adaptación y distribución gratuitas. Estas proporcionan una oportunidad estratégica para mejorar la calidad de la educación y para facilitar el diálogo sobre políticas, el intercambio de conocimientos y el aumento de capacidades.

Idea impulsora: con las inversiones públicas para el desarrollo de contenidos y planes de estudio, tiene sentido crear contenido abierto y compartible que otros puedan combinar con recursos de pago. Además ayudan a los profesores a personalizar y mejorar el acceso al aprendizaje.

6. Tecnología Adaptativa


Las tecnologías adaptativas ayudan a modificar el funcionamiento de las máquinas o dispositivos digitales. Si una persona es ciega se necesita que la máquina le hable; si una persona tiene dificultades para manejar el mouse o el teclado se necesita que haya un programa que con un simple switch haga que funcione la computadora. Esta tecnología se utiliza en la educación inclusiva pues proporciona vías alternativas que facilitan el aprendizaje.

Idea impulsora: diseñar entornos de aprendizaje para promover la personalización lleva mucho tiempo, así como entrenar a los alumnos y trabajar con ellos uno a uno. La tecnologías adaptativas liberan tiempo a los profesores y nivelan las condiciones de aprendizaje.

7. Insignias


Los estudiantes que muestran progreso en su aprendizaje ganarán insignias por sus habilidades, este sistema de insignias digitales ayudará a las escuelas a centrarse más y personalizar el desarrollo de habilidades. La adquisición de insignias promueve la motivación y la incorporación inmediata a los programas de aprendizaje online por parte de los estudiantes.

Idea impulsora: el sistema educativo necesita una mejor manera de reconocer las competencias de los estudiantes y llegar a nuevas formas de certificar esas habilidades.

8. Conectivismo comunitario


El aprendizaje es un proceso que ocurre dentro de entornos virtuales no enteramente bajo el control del individuo. El aprendizaje puede residir fuera de nosotros mismos (dentro de una organización o en una base de datos). Se trata entonces de conectar al individuo con la información, lo importante son las conexiones no el estado actual de nuestro conocimiento.

Idea impulsora: Conectar a los estudiantes con la comunidad, con gente que pueda proveerlos de información nueva y relevante.

9. El aprendizaje móvil (o m-learning)


Los dispositivos móviles ofrecen métodos modernos de apoyo al proceso de aprendizaje mediante el uso de instrumentos móviles, como ordenadores portátiles y tabletas, lectores MP3 o teléfonos inteligentes. El resultado es un aprendizaje personalizado, portátil, interactivo y constante (puede realizarse en cualquier lugar y en todo momento).

Idea impulsora: las escuelas necesitan cambiar sus ambientes de aprendizaje para aprovechar las nuevas herramientas que ya están cambiando la forma en que funciona el mundo.

Lo que los administradores deben saber al consideran estas tendencias…

Será crucial para preparar líderes con las habilidades que necesitan para diseñar nuevos modelos de aprendizaje que se aprovechan de estas grandes tendencias. Esto significa que el desarrollo profesional debe llevarse a cabo mediante el uso de estos modelos de nueva generación para que los educadores puedan experimentar cómo son desde la perspectiva del alumno.

La implantación del aprendizaje digital requiere tiempo, inversión, esfuerzo y planificación. No importa qué tipo de aprendizaje digital utilicen las escuelas, éstas fracasarán o tendrán éxito en función de la seriedad del compromiso que los administradores estén dispuestos a asumir.

“La diferencia clave que vemos en la implantación es el nivel de planificación e inversión y el liderazgo de los administradores”, dijo Watson. “Sabemos que puede funcionar si las cosas están bien pensadas y en su lugar.”

 

Texto original: http://goo.gl/WJCPua

La actual confusión sobre la naturaleza de la llamada era de la información ha desembocado en un estado de falsa conciencia colectiva. Es una falta de uno pero un problema de todos, pues al tratar de orientarnos en el espacio cibernético con frecuencia hacemos las cosas mal; y los errores se esparcen tan rápidamente que se van sin respuesta. Tomados en conjunto, constituyen una fuente de no-sabiduría proverbial. Destacan cinco:

1. “El libro está muerto”. Error: cada año se imprimen más libros que durante el año anterior. En 2011 aparecieron un millón de nuevos títulos a escala mundial. En un solo día se publicaron 800 nuevas obras en Inglaterra —durante el “Supermartes”, el 1 de octubre de 2011—. Entre los números más recientes para Estados Unidos están los de 2009, y en ellos no se diferencian los libros nuevos y las nuevas ediciones de libros viejos. Pero el número total, 288 mil 355, sugiere un mercado sano, y es probable que sea mucho mayor el crecimiento en 2010 y en 2011. Más aún, estas cifras, suministradas por Bowker, no incluyen la explosión en la producción de libros “no tradicionales”: otros 764 mil 448 títulos producidos por los propios autores y el “micronicho” de empresas que imprimen por solicitud (print-on-demand). La producción de nuevos títulos en el Reino Unido se ha incrementado casi un 40 por ciento desde 2001. El negocio del libro florece en países en desarrollo como China y Brasil. Como quiera que se le mida, la población de libros crece, no decrece, y ciertamente no muere.

2. “Hemos accedido a la era de la información”. Es común que este aviso se entone con solemnidad como si en otras eras no hubiera existido la información. Pero cada una de las eras ha sido una era de la información, cada cual a su manera y según los medios de comunicación asequibles en el momento. Nadie negaría que hoy las formas de comunicación cambian con rapidez, acaso tan rápido como en el tiempo de Gutenberg, pero es erróneo interpretar ese cambio como inaudito.

3. “Toda la información hoy está en línea”. El absurdo de este aserto resulta obvio para quien quiera que haya realizado investigación en archivo. Si sólo una pequeña fracción del material archivístico alguna vez se ha leído, es mucho menor el que se ha digitalizado. La vasta producción de regulaciones e informes de los organismos públicos permanecen en buena medida inéditos. La mayoría de las decisiones judiciales y de las legislaciones han llegado a la red pero siguen estando fuera del alcance de los ciudadanos a los que afectan, salvo para aquellos que están dispuestos a pagar. Google calcula que en el mundo existen 129 millones 864 mil 880 libros diferentes y sostiene que de ellos ha digitalizado 15 millones, o un 12 por ciento. ¿Cómo reducirá la brecha cuando la producción sigue expandiéndose a razón de un millón de obras nuevas cada año? ¿Y cómo se logrará que la información en formatos no impresos llegue en masa a estar en línea? La mitad de todas las películas realizadas antes de 1940 desaparecieron sin dejar rastro. ¿Qué porcentaje sobrevivirá del actual material audiovisual, aun cuando logre una aparición fugaz en la red? A pesar de los esfuerzos por conservar los millones de mensajes intercambiados por medio de blogs, correos electrónicos y aparatos manuales, la mayor parte del flujo de la información diaria desaparece. Los textos digitales se degradan con mayor facilidad que las palabras impresas sobre papel. Brewster Kahle, el creador de Internet Archive, calculaba en 1997 que el promedio de vida de un URL [Uniform Resource Locator: Localizador Uniforme de Recursos] era de 44 días. No sólo la mayor parte de la información no aparece en línea, sino que la mayoría de la información que alguna vez apareció es probable que ya se haya perdido.

4. “Las bibliotecas son obsoletas”. Por todo el país los bibliotecarios informan que nunca han tenido tantos clientes. En Harvard están llenas nuestras salas de lectura. Las 85 bibliotecas filiales del sistema de la Biblioteca Pública de Nueva York están colmadas de gente. Ofrecen libros, videos y otros materiales, como de costumbre; pero también realizan nuevas funciones: acceso a la información para pequeños negocios, ayuda en tareas y actividades extraescolares para niños entre cuatro y 12 años, e información laboral para quienes buscan trabajo —la desaparición de los avisos de trabajo en los periódicos impresos ha vuelto crucial los servicios en línea de la biblioteca para los desempleados—. Los bibliotecarios responden a las necesidades de sus clientes de muchas nuevas maneras, sobre todo guiándolos por las zonas ignotas del espacio cibernético hasta llegar a materiales digitales relevantes y confiables. Las bibliotecas nunca fueron bodegas de libros. Al mismo tiempo que en el futuro seguirán ofreciendo libros, han de funcionar como centros nerviosos para comunicar información digitalizada tanto en el ámbito vecinal como en los campus del colegio.

5. “El futuro es digital”. Muy cierto, pero erróneo. En 10, 20 o 50 años el medio ambiente informativo será mayoritariamente digital, pero la preponderancia de la comunicación electrónica no quiere decir que el material impreso deje de ser relevante. La investigación en la disciplina relativamente nueva de la historia del libro ha demostrado que las nuevas formas de comunicación no desplazan a las viejas, al menos no en el corto plazo. La publicación en forma manuscrita se amplió de hecho después de Gutenberg y continuó prosperando durante los tres siglos siguientes. La radio no destruyó al periódico; la televisión no mató a la radio; y la internet no acabó con la televisión. En cada caso, el medio ambiente informativo se volvió más rico y complejo. Esto es lo que experimentamos en esta fase crucial de transición hacia una ecología predominantemente digital.

Menciono estos errores porque me parece que estorban al entendimiento de los cambios en el medio ambiente de la información. Ellos hacen que los cambios se vean más drásticos. Presentan las cosas al margen de la historia y en alto contraste: antes y después, y/o blanco y negro. Una visión más matizada rechazaría la idea más común de que los libros viejos y los libros electrónicos ocupan extremos opuestos y antagónicos en un espectro tecnológico. Hay que pensar a los libros viejos y a los libros electrónicos como aliados, no como enemigos. Para ilustrar este alegato quisiera plantear algunas breves consideraciones sobre el negocio del libro, la lectura y la escritura en Estados Unidos.

En 2010 se duplicó la venta de libros electrónicos (textos digitalizados para lectores manuales), lo que representa un 10 por ciento de las ventas en el mercado del libro. Se esperaba que en 2011 la venta se volviera a duplicar, hasta alcanzar al menos 20 por ciento. Las estadísticas son ambiguas: gracias al éxito de su lector electrónico Kindle, hoy en día Amazon vende más libros electrónicos que impresos. Pero hay algunas indicaciones relativas a que la venta de los libros impresos también podría ir en aumento. El entusiasmo por los libros electrónicos pudo haber estimulado la lectura en general, y el mercado en su totalidad parece estar creciendo. Nuevas máquinas de libro, que operan como los cajeros automáticos, han fortalecido esta tendencia. Un cliente entra a una librería y ordena un texto digitalizado desde una computadora. El texto se descarga en la máquina de libros, lo imprime y lo entrega en forma de libro a la rústica en cuatro minutos. Esta versión de print-on-demand muestra cómo el anticuado códice impreso puede tener una nueva vida por medio de la adaptación de la tecnología electrónica.

Muchos de nosotros nos preocupamos por una disminución de la lectura profunda, reflexiva, de una tapa a la otra. Deploramos el cambio a la lectura de blogs, fragmentos y tweets. En el caso de la investigación, podríamos conceder que tienen sus ventajas los buscadores de palabras, pero nos rehusamos a creer que puedan llevar al tipo de comprensión que viene con el estudio continuo de todo un libro. Sin embargo, es cierto que ha disminuido la lectura a profundidad —¿o que siempre prevaleció?—. Los estudios de Kevin Sharpe, Lisa Jardine y Anthony Grafton demuestran que los humanistas en los siglos XVI y XVII muchas veces leían de manera discontinua, en busca de fragmentos que se pudieran emplear en el toma y daca de las batallas retóricas de la corte o como cápsulas de sabiduría dignas de ser anotadas en los libros de lugares comunes para su consulta fuera de contexto.

En estudios de la cultura entre la gente común y corriente, Richard Hoggarth y Michael de Certeau enfatizaron el aspecto positivo de leer de manera intermitente y en pequeñas dosis. Los lectores comunes y corrientes, tal como ellos los entienden, a su manera se apropian de los libros (chapbooks y novelas populares incluidos), confiriéndoles el significado que mejor cuadre a sus propias luces. Lejos de ser pasivos, tales lectores, según De Certeau, actúan como “carteristas”, sacándole un significado a lo que les llegue.
La escritura luce tan mal como la lectura para aquellos que no ven otra cosa más que descenso con la llegada de internet. Tal como lo dice uno de los lamentos: los libros se solían escribir para el lector común; ahora los escriben los lectores comunes. Es verdad que internet ha estimulado la autopublicación, ¿por qué habría de deplorarse? Muchos escritores que tienen cosas importantes que decir no han logrado llegar al impreso; y quien quiera que encuentre poco valor en sus obras lo puede ignorar. La versión en línea de la prensa de vanidades acaso contribuya a la sobrecarga de la información general, pero los editores profesionales darán alivio a ese problema al seguir haciendo lo que siempre han hecho: elegir, editar, diseñar y comercializar las mejores obras. Tendrán que adaptar sus habilidades a la internet, pero ya lo están haciendo, y pueden aprovechar las nuevas posibilidades que ofrece la nueva tecnología.

Si se me permite citar un ejemplo de mi propia experiencia, hace poco publiqué un libro con un suplemento electrónico, Poesía y policía. Las redes de comunicación en el París del siglo XVIII. El libro describe cómo las canciones callejeras movilizaron a la opinión pública en una sociedad en buena medida analfabeta. Todos los días los parisinos improvisaban nuevas letras a canciones conocidas y las canciones las llevó el viento con tal fuerza que precipitaron una crisis política en 1749. Pero ¿cómo fue que las melodías modularon el sentido de las canciones? Tras localizar la anotación musical de una docena de canciones, le solicité a una artista de cabaret, Hélène Delavault, que las grabara para el suplemento electrónico. El lector puede así estudiar el texto de las canciones en el libro al tiempo que las escucha en línea. El ingrediente electrónico de un códice anticuado hace posible explorar una nueva dimensión del pasado al capturar sus sonidos.

Se podrían citar otros ejemplos de cómo la nueva tecnología fortalece las viejas formas de comunicación en lugar de minarlas. No pretendo minimizar las dificultades que enfrentan autores, editores y lectores, pero creo que una reflexión informada con ayuda de la historia podría disipar los errores que nos impiden sacar el mayor provecho a la “era de la información”, si así la tenemos que llamar.

Leer original aquí.

 

El sistema de educativo superior de Yucatán reporta una tasa de investigadores de 23.78 por cada 100 mil habitantes, que lo coloca en el quinto lugar a nivel nacional, según datos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Los estados que reportan una mayor tasa de investigadores, son: Distrito Federal con 80.11; Morelos 50.58; Baja California Sur 33.91; Querétaro 26.59, y Yucatán 23.78 investigadores por cada 100 mil.

De acuerdo con información del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt, Yucatán aporta el 2.4 por ciento de los investigadores del país, que en México suman 21 mil 359 al cierre de enero de 2014.

Según la información del Conacyt de un total de 84 mil 237 egresados del área de ingeniería, manufactura y construcción en el país, 963 egresaron de las universidad de Yucatán.

La mayoría de los investigadores del estado se concentraron en las áreas de biotecnología y agropecuaria, así como biología y química.

EL DATO

El Conacyt cuenta con diversos programas para la difusión y fomento de la ciencia y la tecnología en el país.

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